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miércoles, 16 de marzo de 2016

LARRA Y EL ROMANTICISMO

Durante esta semana en mi instituto, el IES Mariano José de Larra, se celebran los días del Larra, ya que dentro de poco es su aniversario. Como continuación de mi entrada anterior sobre la ciencia en su siglo, esta vez voy a hablar sobre Larra y la época en la que vivió.


MARIANO JOSÉ DE LARRA


> Nació el 24 de marzo de 1809 en Madrid, y falleció el 13 de febrero de 1837 en Madrid, a los 27 años de edad.

> Fue un escritor costumbrista, periodista, crítico satírico y político, y uno de los más importantes exponentes del Romanticismo español.

> Se le considera, junto a Espronceda, Bécquer y Rosalía de Castro, una figura de gran relevancia del Romanticismo literario español.

> Publicó en la prensa más de doscientos artículos a lo largo de tan solo ocho años, escribiendo bajo los seudónimos Fígaro, Duende, Bachiller y El Pobrecito Hablador.

> Como su padre era un médico que ocupó el puesto de cirujano militar en el ejército josefino durante la Guerra de la Independencia, en 1813 su familia tuvo que abandonar el país siguiendo al rey José I Bonaparte, exiliándose en Burdeos y más tarde en París.

> En 1818 pudieron volver a España y se establecieron en Madrid.

> Larra continuó sus estudios en Madrid, y en 1824 se instaló en Valladolid para estudiar en la Universidad.
> En 1827 ingresó en los Voluntarios Realistas, que era un cuerpo paramilitar formado por fervientes absolutistas, significados por su participación en la represión contra los liberales.
> Al mismo tiempo comenzó a escribir poesía, principalmente odas y sátiras.
> En 1828, con diecinueve años, Larra publicó un folleto mensual llamado El duende satírico del día.
> En 1829 se casó con Josefa Wetoret Velasco. El matrimonio acabó en separación a los pocos años, pero aún así tuvieron tres hijos.
> Durante 1830, Larra se dedicó a traducir piezas francesas para el empresario teatral Juan Grimaldi, y a la vez comenzó a escribir las suyas propias.
> Durante esta época conoció a Dolores Armijo, con la que comenzó una tormentosa relación.
> En 1834 publicó la novela histórica El doncel de don Enrique el Doliente.
> En la noche del 13 de febrero de 1837 Dolores Armijo, le visitó a su casa, y le comunicó que no había ninguna posibilidad de acuerdo (hacía un año que se habían separado definitivamente). Apenas se marchó, Larra se suicidó de un pistoletazo en la sien.
> Fue enterrado el día 15 de febrero, en Madrid, y en 1902 trasladaron sus restos a la madrileña Sacramental de San Justo, San Millán y Santa Cruz, depositándolos en el Panteón de los Hombres Ilustres de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles.


EL ROMANTICISMO ESPAÑOL

El romanticismo es un movimiento cultural originado en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII, que rápidamente se extendió por toda Europa. Afectó principalmente los campos de la literatura, arte y música. Comenzando como una reacción revolucionaria contra el racionalismo de la ilustración y el neoclasicismo, dando prioridad a los sentimientos. Así fue la época en la que vivió Larra.

Para entenderlo mejor, decidí visitar el Museo del Romanticismo de Madrid. Está situado en un palacio de estilo neoclásico construido en 1776, por el arquitecto Manuel Rodríguez. Se inaguró en 1924, y se inició con su colección personal, que contenía pinturas, mobiliario y artes decorativas. Hoy en día, se trata de una casa-museo, y se pueden observar aspectos de la sociedad del momento: se recrea como era la vida cotidiana (principalmente cómo era para los ricos), los gustos, tendencias decorativas, moda, creencias, ocio, nivel de tecnología, etc. En cada sala se aprecia una aspecto distinto donde los cuadros nos dan mucha información; desde temas políticos hasta mostrar el ambiente de la época.


En el  museo se encuentra el gabinete de Larra, una sala dedicada a él y el tema del suicidio en el
Romanticismo. Aquí encontramos cuadros de Larra, artículos suyos de periódico y la pistola con la que se suicidó. La muerte, y principalmente la idea del suicidio, son temas muy presentes en la literatura romántica. Es una idea contraria al cristianismo y por ello no todos están de acuerdo con esta nueva "moda".

Monos autómatas que se mueven al
ritmo de la música.
Una de las salas que más me impactó fue la Sala de Juego de Niños. En ella se muestran los juguetes y entretenimientos de los niños y bebés de la época, como casitas de muñecas, carricoches o soldaditos. Un tema muy común en el siglo XIX era la muerte infantil. No solo en esta época comenzaron a retratar a los niños, sino que además lo hacían una vez que ya habían muerto para recordarlos. Si con eso no era suficiente, también hay en la sala una escultura de un bebé ya fallecido. Pero lo más impactante es que afectaba a los juguetes de los niños. Sin tener en cuenta a las antiguas muñecas de porcelana, que nunca me resultaron demasiado "amigables", había  muñecos de animales muertos con vestiditos o de esqueletos, para  ir acostumbrándoles. Escalofriante.

Me resultó abrumador ver cómo organizaban el espacio en numerosas salas dedicadas a distintas actividades, como la sala para fumar, para jugar al billar, para la tertulia, para recibir invitados, para escuchar música, una sala de baile... Pero una de las que más me llamó la atención, y no por su decoración sino por lo que se decía de ella, fueron las dependencias femeninas. "Era un lugar donde podían leer, escribir coser o recibir visitas de manera informal. El desorden y la acumulación que reinaba en el boudoir - que era un nido de cosas bellas y preciosas- era síntoma de la irracionalidad de la mujer y de su ánimo cambiante y caprichoso: las vitrinas estaban repletas de preciosos accesorios y bibelots (objetos pequeños de escaso valor)". Se puede observar fácilmente que en el siglo XIX, el papel de la mujer era simplemente de adorno.

 De lo último que voy a hablar es de un objeto que me resultó curioso, llamado aritmómetro. Aunque la primera calculadora mecánica (la pascalina) fue inventada por Blaise Pascal en 1645, tuvieron que pasar 175 años para que la aparición del aritmómetro, construido por Louis Payen, permitiera la distribución comercial de un aparato calculador. Es una caja de madera rectangular. Dentro, el mecanismo está constituido por una serie de teclas que se deslizan para marcar los números, y varias llaves y manivelas, que permiten realizar sumas, restas, multiplicaciones y divisiones con datos de hasta doce cifras. El resultado se refleja en los agujeros de la parte superior. En 1820, Charles Thomas de Colmar la mejoró y tuvo uno de los primeros grandes éxitos en ventas, llegando a vender alrededor de 1500 copias.


OPINIÓN

He de decir que al principio no era un tema que me interesara mucho, y no tenía especial interés en visitar el Museo del Romanticismo. Aún así, tras haber buscado información y visitado el museo, me he dado cuenta de todo lo que he aprendido y hay muchas cosas de las que me he sorprendido. Una de ellas es el tema del suicidio, que aunque estaba prohibido fue durante el romanticismo cuando tuvo más relevancia. Antes, en la época de la Antigua Grecia o Roma, la gente ya se suicidaba, antes de que fueran juzgados; en el Japón feudal el suicidio era la única forma que tenía un guerrero de morir con honor en el caso de haber traicionado a su Señor. En esta época, todo comenzó con una obra escrita por  el escritor alemán Goethe, en la que el personaje se martirizaba por un amor no correspondido, y así muchas otras personas que sufrían el desamor siguieron el mismo camino que el personaje y se suicidaron, lo que se conoce como el suicidio romántico. Es sorprendente ver la cantidad de gente importante que llegó a suicidarse en el romanticismo: Ángel Ganivet, Manuel Acuña, Gerald Narval, Antero Quental, Henri Roorda y Felipe Trigo entre otros. También me sorprendió que uno de los usos más extendidos del danguerrotipo era para el  retrato de los niños una vez fallecidos, ya que era el único recuerdo del niño que la familia puede tener.
Os recomiendo visitar el Museo del Romanticismo de Madrid, es una suerte que tengamos un museo de una época tan interesante. 

jueves, 10 de marzo de 2016

LA CIENCIA EN EL SIGLO XIX

Como dentro de poco va a ser el aniversario de Mariano José de Larra, y el instituto en el que estudio lleva su nombre, he decidido investigar sobre la ciencia durante la época en la que vivió, dado que este blog está dedicado a Física y Química.

En general, el siglo XIX fue un periodo de muchos cambios, y uno de los más significativos fue la revolución industrial. Además, hubo importantes avances en la medicina, como por ejemplo la identificación de microorganismos como los causantes de las enfermedades infecciosas. Hubo también una gran cantidad de inventos, como la locomotora, la fotografía, la anestesia, los aviones, el teléfono o la aspirina. Se crearon nuevas teorías, entre las que encontramos la Teoría de Números, la Teoría de la Evolución o la Teoría Atómica, entre otras. De todo esto, he decidido hablar en concreto de dos, que están muy presentes en nuestro día a día: la pila voltaica y la fotografía.



LA PILA VOLTAICA

Todo comenzó en 1780, cuando Luigi Galvani, médico, físico y fisiólogo italiano, estaba diseccionando una rana, que estaba sujetada con un gancho de metal. Al tocar la pata de la rana con el bisturí, que era de hierro, la pierna del animal se movió. Galvani decidió que la energía que había causado el movimiento del animal venía de la propia pierna, y lo llamó electricidad animal.

Alessandro Volta, un amigo del científico, no estuvo muy de acuerdo con esta idea. Prefirió suponer que en realidad ocurrió por el contacto de dos metales diferentes gracias a una conexión húmeda. Tras poder verificar esta hipótesis experimentalmente, la publicó en 1791. Más tarde, en 1800, pudo perfeccionarla e inventó la primera batería capaz de crear una corriente eléctrica que se mantenía en el tiempo, y se la llamó pila voltaica.


Esta pila consistía en pares de discos de cobre y zinc colocados uno encima del otro y separados por una capa de tela o cartón mojada en salmuera. Gracias a esto podía producir una corriente continua y estable, y perdía muy poca carga con el tiempo cuando no se la utilizaba. Aún así, en los primeros modelos, no consiguió producir la suficiente fuerza de tensión como para crear chispas. Tuvo que experimentar con mucho metales hasta llegar a la conclusión de que el zinc y la plata le daban los mejores resultados.                           

Los primeros modelos de Volta tenían algunos fallos técnicos, como fugas del electrólito y cortocircuitos, provocados por el peso de los discos que comprimían los paños. Este problema fue resuelto por el inglés William Cruickshank mediante la fijación de los elementos en una caja en vez de amontonarlos. Otro de los problemas era su corta duración, alrededor de una hora, que era causado por: 
1. La corriente originaba una película de burbujas de hidrógeno que se formaba en el electrodo de cobre y aumentaba la resistencia interna de la batería (lo que se conoce como polarización) 
2. En torno a las impurezas del zinc se formaban minúsculos cortocircuitos, que causaban su degradación (que es un fenómeno llamado de acción local).

A pesar de sus defectos, proporcionaba una corriente más permanente que las botellas de Leyden (dispositivo eléctrico que permite almacenar cargas eléctricas), e hizo posibles muchos experimentos y descubrimientos nuevos.



LA FOTOGRAFÍA

Se podría decir que el inicio de la fotografía lo causó el invento de la cámara oscura de Leonardo da Vinci, una caja que te permitía obtener una proyección plana de una imagen exterior dentro de la superficie de la caja. Esta caja tenía un pequeño agujero por el que entraba muy poca luz, que se proyectaba en la pared opuesta de la caja, mostrando la imagen del exterior.

Ya en 1839 se creó el primer procedimiento fotográfico, que fue el daguerrotipo. Lo desarrolló y perfeccionó Louis Daguerre y lo dio a conocer en París, en la Academia de Ciencias de Francia.

El daguerrotipo fue la primera técnica fotográfica con la que se pudo captar una imagen sin que se desvaneciera. Era una imagen positiva única, que se utilizaba principalmente para retratos, ya que tenía dificultades para captar el movimiento. Se utilizaban artilugios metálicos para sujetar a la persona retratada, que tenía que posar durante horas. Aun así, no era posible que los ojos se mantuvieran quietos, así que después había que pintarlos sobre la imagen obtenida. La imagen era producida sobre una placa de cobre recubierta con plata y sensibilizada con vapores de yodo. La superficie era sensible a la luz y tenía que ser usada antes de una hora. El tiempo de exposición podía variar dependiendo de la cantidad de luz que hubiera, y después se revelaba la imagen usando mercurio caliente, y se fijaba con una solución de sal común. 


Esta técnica se desarrolló a partir de la experimentación realizada por Joseph Nicéphores Niépce, que llevaba varios años experimentando con placas metálicas y distintas combinaciones de químicos para conseguir crear una imagen exponiéndola a la luz. A este proceso lo llamó heliografía, pero era muy lento, y su primera imagen tardó 8 horas en producirse. 

Daguerre fue un artista, al que le fascinaban la luz y las imágenes. Creaba telones para el Diorama, un teatro en el que se obtenía un efecto tridimensional al pintar los telones sobre un material traslúcido y gracias a la luz sobre las pinturas, creaba la sensación de tormentas o atardeceres. Daguerre y Niépce acabaron trabajando juntos y aún cuando Niépce murió, Daguerre continuó con el proyecto. 


Una vez ya creados, la calidad de la imagen de los daguerrotipos era de una nitidez increíble, pero tenía una serie de problemas, como la imposibilidad de las imágenes de ser duplicadas, tener una superficie demasiado delicada que debía ser conservada dentro de un estuche de vidrio, que la imagen era reflejada como un espejo o que los químicos utilizados eran extremadamente tóxicos.


Aún así, 150 años después siguen conservando toda su nitidez y belleza. 


OPINIÓN

Me ha resultado muy interesante buscar toda esta información, ya que me he podido dar cuenta de los grandes avances que realizó el hombre en este siglo. Es increíble que en tan solo 200 años de toda la historia del ser humano se haya evolucionado tanto, y que aún hoy sigamos haciéndolo. Si continuamos a este paso, ¿quién sabe hasta dónde llegaremos?